Dejadme aquí

 

Qué a gusto se queda uno
cuando cruza su charlar
con la gente de su tiempo,
con la gente de su edad,
y "rodeao" de "Gambrinus"
en ambiente fratesnal
entre olor a "pescao" frito,
rábanos y "regañás",
se recuerdan viejos tiempos
de capirote y costal
sin "frikis" ni mamarrachos
que te vengan a inventar.

Que buen ratito se pasa,
con la gente de verdad,
la que siempre ha comprendido
esta fiesta sin igual
desde un sinfín de matices,
pero sabiéndola amar,
respetando sus pilares
de religiosa verdad
sin quedarse por su dermis
mientras su alma olvidar,
ni estar como un cura loco
comulgando sin parar.

Qué alegría me da a escondidas
ver la aguja en el pajar,
tras estar todos los días 
teniendo que soportar
a rizadores de rizos,
"remangones" de costal,
trompeteros de mojones
y ateos con antifaz.

Ya no aguanto pregoneros
con la cara "descolgá".
Ya no aguanto a "yomentiendos"
diciendo "carajotás".
Ya no aguanto "delegaos"
de "cecó" y "papaliñá".
Ya no aguanto a ese ratero
que se "jartó" de robar
cuando a mi Hermandad guiaba 
y ahora no ha pasado "ná".
Ya no aguanto posadores
de fotitos "enmarcás"
más falsos que la bolsita
que lleva Judas "colgá".
Ya no aguanto "meapilas"
hablando de "eclesialidad".

No aguanto más vividores,
pues esto, no da "pa" más.

Dejadme aquí, tranquilito,
con mi cervecita "helá"
lejos de los embusteros,
"gaznates" de "convidás"
peloteando en Las Lapas,
que a cambio de una "pringá"
te miden dos o tres veces
"toa" la "carreraofisiá".

Lo dicho:
Dejadme aquí, con los míos,
echad la mugre "pallá".

Aquel Jueves de 2022

Más de mil días de letargo
sin enagüetas ni plumas,
sin pasacalle de luna
y volver con "Abelardo".
Tres años sin el gallardo
desfilar por esa tarde
que luego, en la noche arde,
detrás de una Sentencia
y va pidiendo clemencia
tras un Pilatos cobarde.

Más de mil días esperando
el "racataplán" de tambor
y  cornetas con un son
que el tiempo nos fue guardando.
Tres años Parras soñando
con un costero a costero
que dan unos costaleros
envueltos en ese son
que la Tercera Legión
va soltando en su sendero.

Más de mil días de rabia,
sin chocar unas corazas
cuando en la tarde se abrazan
y llega una nueva savia.
Tres años sin esa labia
y esa jerga macarena.
Pero se acabó la pena:
El Arco se llenó de brillos,
el cancel abrió el pestillo
y un son en el atrio suena.

Días de Adviento

 


Días de Expectación
en una orilla alfarera
que se engalana de espera
junto al Puerto del Jabón.
Días de salves con un son
de villancicos trianeros.
Días buscando un sendero
con final en la Vocal
que anuncia la Navidad
ante la Reina del Cielo.

Aroma de Santa Inés

 

Parada de sabores
con silencios ocultos
en laborioso culto
que alegra el paladar;
el cielo con olores
de pestiños y almendras
será lo que te encuentras
si cruzas su Compás.

Olvidarás ruidos
de un trasiego molesto
cuando te encuentres dentro
de un Atrio olor a miel,
y soñará tu oído
trinos de amaneceres
junto a Maese Pérez
y María Coronel.

Un torno te recibe
con lista de manjares
hechos entre cantares
con gracia de sus manos.
Y mientras te decides,
recreas los sentidos
que quedarán ungidos
por la luz del rellano.

Una voz en la calma
con un “Ave María”,
en vez de buenos días,
recibe los llegares.
Rincones en el alma
de una Sevilla ungida
que en Santa Inés, la vida,
te llena de manjares.

La Espera

 

Estos días de diciembre
son la espera de La Espera,
y los pulsos se aceleran
soñándote como siempre.
Impaciente porque siembres
el presbiterio de luz.
Como sólo lo haces Tú,
en esos días señalados
en los que estando a tu lado
oíremos llegar a Jesús.

Diciembre

Llegas como siempre, con olor a matalahúva en los alrededores de los conventos, frío mañanero y atardeceres cortos muriendo por la cornisa aljarafeña. Llegas con ropas inmaculadas ataviando a las Dolorosas. Y en trajes de seises, que reposan preparados para una danza  de Novena eterna perdida en los tiempos. Llegas con atrios de un encuentro siempre deseado, el día ocho por Alfonso XII envuelto en Gozos de Clarines y coplas de Miguel Cid y el día 18, en La Resolana, donde la Esperanza del mundo hará de nuevo temblar la tierra cuando se pose sobre el presbiterio a hechizar a todo aquel que consiga fijar la mirada en su entrecejo. Y el mismo día, una mezcla de olores entre inciensos y alhucemas con un fondo musical de villancicos trianeros por la calle Castilla, me llevarán a la Expectación de mis devociones y a los recuerdos de una infancia y juventud convertidos ya en una larga vida junto a Ella: la Vocal más hermosa del abecedario.

Llegas con olor a corcho y musgo, pidiendo a gritos salir de su caja de cartón para formar montañas por dónde irán bajando y acercándose poco a poco hasta el serrín del pesebre del Portal los tres Magos, para disfrute de la princesa y el príncipe de la familia... y de los que los miramos.

Llegas con deseo de vacaciones escolares llenas de ilusión infantil, que terminarán, después de que lo hagas tú, con una de las noches mágicas del año rematada de un amanecer de sorpresas y falta de sueño.

Llegas como siempre: lleno de Adviento y de Navidad, de frío y dulces, de recuerdos y ausencias, de ilusión y nuevos miembros en la familia.

Seas por siempre bienvenido, diciembre. Y que el año que viene, si puede ser, el Adviento de tu llegada esté aún más lleno de Esperanza.

Otro Adviento en Triana


Otro año tu presencia
en el suelo de tu templo
para detener el tiempo
en este barrio trianero.
Otro Adviento tu clemencia
como Reina Inmaculada
regalando en tu mirada
otro trocito de Cielo.

Otro frío de diciembre
para calentarse en Ti,
soñando un nuevo Venir
del Salvador de este mundo,
que otro año, como siempre,
se engendrará en la ternura
de la más Pura Criatura
por el Amor más fecundo.

Otra vez, un nuevo encuentro
absortos en tu belleza,
mientras con delicadeza
tu mano será besada.
Serás de nuevo epicentro
donde se arrime tu gente
y sus miserias caliente
en el fuego de tu Cara.

Otro rezo contenido
de suspiros y añoranza,
recordando en tu semblanza
a quien nos cantó una nana.
Otro Adviento sostenido
por piropo, cera y flor.
Otra vez el Redentor,
nos nacerá por Triana.

Imperivm

 

Ciento veinticinco años
de un Imperio Macareno
que pasea de gracia lleno
por Muralla y aledaños. 
Traen sabores de antaño
de corazas y enagüetas 
y un sonido de cornetas
que salen del corazón.
Sueña de "Imperivm" su son.
Ya está Parascebe inquieta.

Mañanas

 

Mañanas ante tu encanto.
Solo, ante tu soledad.
Contemplando tu Verdad,
alivias mi desencanto.
Cubre mi alma ese manto
de tu Divina realeza,
llenando de fortaleza
a mi débil corazón
que rendido en tu esplendor,
se entrega ante tu belleza.

J.P.A. El Webmaster

 

Un niño, desde Lacava,
en el Foro El Nazareno,
nos sirvió a los dos de estreno
de algo bello que empezaba.
Una amistad se estrenaba,
de hermanos desconocidos.
Hermandad y ratos vividos,
guardaron la relación. 
Ve hacia Su Expectación, 
allí serás bienvenido. 

Llega

 

Llega el Viernes, de Triana,
lo escoltan unos rojos cirios,
y las calles engalana
con zancadas soberanas
sobre una alfombra de lirios.

Llega con paso valiente
y una Cruz de filigranas,
andando siempre de frente,
como han sido, desde siempre,
los andares de Triana.

Llega y detiene la brisa
que en su perfil juguetea,
y su mirada sumisa
se convierte en la baliza
de su gente trianera.

Llega y su aroma percibe
una Giralda en su altura,
que de puntillas se erige,
como niña sin abriles,
para encontrar su dulzura.

Llega y huele a clavellina,
a geranio y a albahaca;
a riada peregrina,
que desde calle Castilla,
cruzó aquel Puente de Barcas.

La piedra

 

La piedra que te sostiene,
allá por la Costanilla,
te la puso un día Sevilla
al verte sangrar las sienes.
En ella quiso que frenes
tu caída por sus calles,
para no perder detalle
al ver rachear tu paso
cuando el rezo del ocaso
con tu presencia se calle.

La piedra que con tu mano
sostiene tu bella estampa
es la que anuda gargantas
en tu caminar cercano.
Ella es proa hacia el rellano
del final de Placentines,
convirtiendo en camarines
los balcones a tu paso
y en dosel, el cielo raso
que va pregonando fines.

La piedra que entre claveles
encierra nuestros pecados
es un pañuelo enjugado
por lágrimas de tus fieles.
Es la que indica vergeles
donde sembrar alabanzas.
Es la que trae la añoranza
de un tiempo que va acabando
mientras que Tú vas llenado
corazones de esperanza.

Presbítero de noviembre


Cuando el sol de noviembre,
con su luz mortecina,
retalla las esquinas
en ocasos en calma,
la Amargura desciende
ofreciendo sus manos
a modo sevillano
en San Juan de la Palma.
 
Cuando el otoño aprieta
sus contraluces ocres
golpeando cual azotes
las espadañas blancas,
el sol por la Barqueta
se piensa el esconderse
sin ir de nuevo a verle
y rendirse a sus Plantas.
 
Cuando se va acabando
ese tiempo difunto
de recuerdos adjuntos
a negras vestiduras,
nos llega destellando
el alivio sereno
que en un perfil moreno
desprende su Amargura.
 
Cuando aún el recuerdo
de su embroque en convento
nos llega, en el encuentro,
para besar sus manos,
se nos escapa el verbo
posándose en su Cara
soñando la luz clara
de otro Domingo de Ramos.

A un mes de Ti

 

De nuevo junto a Ti, otro Adviento,
en medio de un Altar de flor y cera.
Expectante belleza trianera
que ofrece con su Mano sus adentros.

En redonda vocal irá el acento
de todo el que arrimándose a tu vera
te nombre, y en tu Cara vea la Espera
de la Divinidad que llevas dentro.

Mocita que entre inciensos y alhucemas
presume de embarazo y se engalana.
¡Ay! Torre de David de Gracia llena

que al frío de diciembre pone llama.
Hermosa panacea de las penas
que anuncia Buena Nueva por Triana.

Ganas de ti

 

Hoy tengo ganas de verte
y que atravieses mis venas.
Sentirte en lo más profundo,
y que tus cuatro azucenas
sean mis puntos cardinales
y no merezca la pena
salirse de entre ellos cuatro
a buscar tierras ajenas
sino llenar mis sentidos,
contigo, que me condenas,
a ser preso en los cabellos
de tu gitana melena.

Tengo hoy ganas de tu son,
ese que en noviembre suena
a un Tenorio enamorado
de una Inés de luna llena
que ante los brillos de un río
la convierte en su galena.
Igual te siento yo a ti,
y en tus perfiles se llena
mi alma de nuevos días,
y esta vida mía terrena,
se convierte en celestial
entre tu brisa serena.

Hoy necesito tu luz,
esa que derrama plena
por tus perfiles de otoño
de mirada ojimorena.
La de atardeceres cortos
de un ocaso que rellena
de ocres jirones el cielo
buscando la Macarena
y que bajando por Feria,
en espadaña rodena,
se posa para anunciar
que una Amargura, su pena,
consolar querrá en su mano
que ofrecerá cual patena.

Hoy tengo ganas de ti.
Igual que el que algo estrena.
Tengo ganas de soñarte
de radiante nazarena.
De volantes en la noche.
O de saltitos que suenan
a seises en presbiterio
de inmaculada novena.
Hoy tengo ganas de ti,
de perderme en tu colmena
de gracia llena de luz...
Solo una duda me queda:
¿Cuándo no tengo yo ganas
de amar tus carnes morenas?