¡Ay! Castilla

 

La calle Castilla tiene
recuerdos en la memoria,
y en azulejos, la historia
de alturas de unas "riás".
El sabor que se mantiene
escondido en sus portales
me trae antiguas postales
y cocinas de corral.

Tiene sonido a tranvía
con estival jardinera
y un tope donde quisiera
volver de nuevo a subir.
Un olor a freiduría
de choco y pescada frita
recuerda a una "Galleguita"
de inmaculado mandil.

Un Corral de los Judíos
con su fachada trasera
hacía la vez de escalera,
a un baño en Guadalquivir,
y cuando el olor del río
entre tu piel se pegaba
a tu casa regresabas
pensando cómo mentir.

Tienda de Los Espejitos,
con sus cajas en la puerta
de arenques, muy bien dispuestas,
y pilongas a granel,
y en papel de estraza escrita,
en cajones de madera,
cuenta guardada a la espera
de un sábado con "parné".

Desde el Mercado al Zurraque
la calle se paseaba
de una Triana guardada
en la memoria que quiero.
Hoy me recuerda su empaque
un Viernes de atardecida,
cuando un Cristo al cielo mira
y lo sigue un Nazareno.