La piedra

 

La piedra que te sostiene,
allá por la Costanilla,
te la puso un día Sevilla
al verte sangrar las sienes.
En ella quiso que frenes
tu caída por sus calles,
para no perder detalle
al ver rachear tu paso
cuando el rezo del ocaso
con tu presencia se calle.

La piedra que con tu mano
sostiene tu bella estampa
es la que anuda gargantas
en tu caminar cercano.
Ella es proa hacia el rellano
del final de Placentines,
convirtiendo en camarines
los balcones a tu paso
y en dosel, el cielo raso
que va pregonando fines.

La piedra que entre claveles
encierra nuestros pecados
es un pañuelo enjugado
por lágrimas de tus fieles.
Es la que indica vergeles
donde sembrar alabanzas.
Es la que trae la añoranza
de un tiempo que va acabando
mientras que Tú vas llenado
corazones de esperanza.