es adivinar tu espera
junto al calor de una cera
que con tu gozo, respira.
Es notar como suspiran
los corazones al verte,
buscando que el rezo acierte
con la colosal finura
que desprende tu hermosura
a todo al que a Ti se acerque.
Mirarte cuanto te besan
es perderse en el aroma
que desde tu mano asoma
y a fieles labios apresa.
Los mismos que te confiesan
susurrando en el encuentro
el dolor, que en sus adentros,
alivias con tu esplendor
y con tu aura de amor
en la espera del Adviento.
Mirarte mientras tus plantas
pisan el suelo en Triana
suena a música cercana
que campanilleros cantan.
Sabe a frescor que se encanta
y se calienta en tu Cara,
cuando en las mañanas claras
de la espera del Mesías,
siempre habrá un Ave María
que vendrá desde la Cava.