cuando el día nueve, Tú te ofreces.
En ella, en su luz, quedan las preces
directas en la Luz de tu mirada.
La luz, prende en Ti más reposada.
La flor, te da olor; aún más florece.
El beso en tu mano ya decrece
y es mucho más pausada su llegada.
Ocaso añorando azahares.
La tarde, trae sabor a despedida,
soñando otros Advientos iguales
y de nuevo, dejar en tu plañida,
las penas y miserias que Tú sabes
curar en esta tarde que me miras.