En mi Casa, de Triana,
con mis hermanos pequeños,
he presenciado, risueño,
la inocencia que derraman.
En la tradición cristiana
de un Viviente Nacimiento,
con su esfuerzo y su talento
ellos han hecho Hermandad,
dejando con claridad
que están fuertes los cimientos.
Entre ensayo y pandereta
el Adviento ha transcurrido
y su fruto han ofrecido
en representada meta.
Bajo una esquina coqueta
de un coro bien adornado,
su aportación han dejado
con sus pequeñas figuras,
pero grande la estatura,
de sus almas sin pecado.
Orgulloso del pasado,
y mucho más del futuro,
se ha sentido algún maduro
con lo que habéis demostrado.
Y en gesto disimulado
en la oscuridad del Templo
han secado sentimientos
orgullosos de Hermandad.
Se ha llenado de Verdad
vuestra Casa con un sueño.